En uno de nuestros primeros post Ser padres desde la calma, proponíamos un ejercicio de relajación para ayudar a papás, mamás, cuidadores… en esos momentos en que los comportamientos de los peques acaban sacándonos de quicio. Explicábamos que para responder ante un comportamiento inadecuado era necesario descubrir la emoción que esconde y para ello, hacerlo desde un estado de serenidad, de calma.

Aquí tenéis de nuevo, el ejercicio de relajación:

Te invito a conocer un territorio mágico, un territorio al que llamo el Prado de la Calma.  Conocerlo te ayudará a conseguir ese estado que necesitas, desde donde comprender a tu hijo.  El Prado de la Calma es la oportunidad de conectar con lo más profundo de tu ser a través de tus sentimientos y rencontrar el equilibrio interior, ¿quieres conocerlo?

Busca un lugar tranquilo en el que puedas dedicar unos minutos a imaginar los sonidos de la Naturaleza, los aromas que te ofrecen la tierra fresca y las flores, el néctar de las abejas convertido en una dulce miel que puedes saborear.  Cuando hagas tuyas, todas esas sensaciones imagínate en este prado mágico, ¡está lleno de colores y luz!  Atrévete a disfrutarlo hasta tal punto que puedas sentirlo con las manos, nota la frescura de la hierba, la delicadeza de las flores, la calidez de la luminosidad que lo envuelve todo.

Ahora que ya conoces el Prado de la Calma, te invito a que esboces una sonrisa y mires hacia el horizonte, allí está el inmenso mar de emociones que habitan en tu peque, a veces plácido y encantador, a veces bravo y furioso.  Desde la posición en la que estás, puedes darte cuenta que esté como esté ese gran mar, con sólo abrir los brazos, puedes abarcarlo fácilmente.

Graba esa imagen en tu memoria y, tráela hasta ti siempre que necesites comprender que está diciendo ese comportamiento inadecuado de tu hijo que ya no sabes cómo tratar.  Te sorprenderás con el resultado.

Una vez conseguido el estado de calma, toca enfocar el comportamiento para descubrir que emoción esconde.  En el ejercicio anterior proponíamos que una vez obtengas la calma, miraras al horizonte y contemplaras el inmenso mar de emociones de tu peque, pues bien, te encuentras en el borde de este maravilloso Prado de la Calma, detrás de ti se encuentra un gran faro que, poco a poco, va enfocando distintas emociones: el miedo, el enfado, la ira, la tristeza, la sorpresa, la alegría…  Una a una, te mostrará el bagaje emocional con el que cuenta tu peque, el tesoro que trae al mundo para ayudarle en su crecimiento.

¿Qué emoción es la que está motivando su comportamiento?  ¿Es el miedo ante una situación desconocida, una situación que no entiende? ¿Es el enfado que le produce un hecho que no puede superar?  ¿Es la ira que se activa porque siente que lo que le está pasando es injusto?

Enfocar la emoción que activa un comportamiento es sencillo si nos hacemos la pregunta adecuada y nos damos el tiempo para obtener la respuesta.  Así de simple.  Las emociones primarias son fácilmente identificadas en los primeros meses de vida, cuando nuestro bebé llora reconocemos si es porque tiene miedo, porque está enfadado, porque…  pero a medida que un bebé crece y va adquiriendo consciencia de sus propias experiencias, las emociones se van haciendo más complejas.  De aquí la importancia de establecer desde los primeros meses de vida un fuerte vínculo emocional con nuestros bebés, esa comunicación íntima que propicia un conocimiento en profundidad.

Si así ocurre, el bebé se sentirá seguro para mostrar sus emociones y nosotros capacitados para entenderlas y responder adecuadamente ante ellas.