El desarrollo y aprendizaje infantil nunca es lineal, los niños desean hacerse mayores al mismo tiempo que no quieren dejar de ser niños. 

Hace unos días Manuela Soto, una mamá del Grupo de Pediatría, Crianza, Educación, el médico de mi hij@ 2.0, compartía la siguiente inquietud:

Pregunta para los expertos psicólogos/pedagogos por aquí! Mi hijo tiene ahora mismo 6 años y está en plan «in-so-por-ta-ble»… Recuerdo que mi hija mayor pasó por una fase parecida. Se porta como un bebé, llora por tonterías, pide ayuda para cosas que sabe hacer perfectamente y si no le das esa ayuda YA MISMO entonces lloriquea… Por otro lado está como muy despistado, se le olvida todo, en clase también lo han notado (ha pasado de infantil a primaria y está hecho un payasete).

La pregunta es, si sobre los 6 años esto es normal que ocurra, si es una fase. Y la otra pregunta, qué hacer cuando me viene con cosas como «ponme tú el zapato, que yo no llego», teniéndolo delante. Unos días no le presto mucha atención y le hago alguna broma y se lo pongo y ya está. Otros días me da un poco de rabia porque me siento como si fuera su «hazmelotodo» y le digo que se lo ponga él que ya sabe y lo tiene delante. Estoy un pelín cansada ya de su «regresión madurativa», la verdad, y me gustaría saber si hay lectura sobre esto y cualquier consejo, por supuesto.

Para los niños, la escuela es su segunda casa.  Allí hacen amigos, juegan con otros niños como ellos, aprenden cosas nuevas cada día.  Los niños en la escuela, salvo casos puntuales, son felices.

¿Por qué en ocasiones no quieren ir, se portan mal, retroceden?  Las respuestas podrían ser tantas como niños hay en el mundo pero nos quedaremos con la que puede ser igual para todos:  quieren seguir siendo niños y no sentir presiones.  Ser niño es mucho más que un momento evolutivo, es poder mirar la vida desde la inocencia y la despreocupación.

Los adultos creemos que la maduración es un proceso en línea recta ascendente y no es así.  Todo crecimiento, todo aprendizaje natural requiere de dos momentos, el momento de la asimilación y el momento de la acomodación.  Reflexionemos un momento en un aprendizaje básico para el ser humano como es empezar a caminar.  El bebé siente curiosidad por todo lo que le rodea y cuando su aparato motor está preparado fisiológicamente, se pone de pie e intenta dar los primeros pasos pero no conseguirá andar hasta haberlo intentado numerosas veces.  Es más, en ocasiones cuando ya los pasos son certeros, vuelve a caerse y a ser precavido hasta que consigue mantenerse en pie nuevamente y ya no deja de caminar.  A los primeros pasos les llamamos la fase de asimilación, a no dejar de caminar la fase de acomodación.

 

En la escuela pasa lo mismo.  En la etapa desde los 3 hasta los 5 años, los niños aprenden las habilidades básicas como son los primeros trazos, los conceptos matemáticos, las primeras melodías…  en la Educación Infantil los niños aprenden jugando.  A los 6 años el cambio es enorme, empieza la Educación Primaria y con ella las exigencias instrumentales, hay que aprender a leer y escribir, hay que aprender a comprender los números, las operaciones, los problemas.

 

A los niños no les gustan las exigencias.  Las teorías de Jean Piaget sobre el aprendizaje infantil y el desarrollo cognitivo avalan el aprendizaje a través de la experiencia ya que es el proceso natural por el que los niños aprenden y lo hacen con su propio ritmo.  En KASH-LUMN Family Care sabemos que en todo proceso de aprendizaje son una pieza clave las emociones primarias, las herramientas que permiten que el bebé crezca y madure adecuadamente.  En uno de nuestros post anteriores en el que hablábamos de la rabietas, explicábamos que aprendizajes nos proporcionaba la ira, en nuestro post de hoy nos podemos preguntar ¿qué aprendizaje nos proporciona el miedo?

El miedo se desencadena ante una situación desconocida y nos ayuda a desarrollar dos capacidades geniales, la valentía y la precaución.  Por ello, cuando un niño se enfrenta a los cambios y creerme  pasar de la escuela infantil a la educación primaria es un enorme cambio, el miedo hace acto de presencia y lo pone en contacto con la valentía y la prudencia.  La valentía hará que se haga mayor, la prudencia le cuestionará si ha llegado el momento de hacerlo.

Dejad que los niños sigan siendo niños y que sean ellos los que decidan cuando quieren hacerse mayores.  El hijo de Manuela está en “regresiones madurativas” pues démosle el permiso a que lo esté, entender lo que le pasa es también estar a su lado para ayudarle a ser valiente respetando y valorando su prudencia.