Ana tiene 4 años y desde hace unos meses está inquieta, la barriga de mamá crece y crece, continuamente oye decir que pronto tendrá un hermanito y que se lo pasarán muy bien los cuatro juntos ¿sentirá celos del bebé?.

Parece que Ana no se lo acaba de creer y mamá y papá se entristecen sufriendo por los celos de su, hasta ahora, única hija. ¿Qué les pasa a los peques ante la llegada de un hermanito?  Los temidos celos forman parte del proceso natural de crecimiento y desarrollo en la infancia.

¿Qué son los celos?  ¿Son una emoción?  No exactamente.  Los celos infantiles más que una emoción son un sentimiento que se manifiesta ante una situación vivida o anticipada en la que otra persona amenaza con apropiarse del amor de las personas amadas.

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Así, los celos infantiles son un cúmulo de emociones: tristeza por la pérdida de la situación conseguida y del objeto amoroso (en el caso de los niños, los padres), enfado por la impotencia ante una situación que no tiene marcha atrás, miedo por el desconocimiento que supone compartir con otro el amor del que nos sentimos propietarios, ira por la injusticia que representa el final de una situación que se vive como idílica.

En la infancia los celos toman un protagonismo especial, la vivencia es dramática y hasta incluso traumática.  ¿Qué hacer?

En primer lugar, entender que los celos infantiles nos ofrecen la gran oportunidad de aprender a compartirCompartir el amor de los padres.  Compartir las propias posesiones.  Compartir un lugar en el mundo.

El egoísmo forma parte del bagaje innato que traemos al mundo.  Para sobrevivir en los primeros momentos de vida, la vida necesita centrarse en ella misma.  Un bebé es único y sus sensaciones en esos instantes son que él lo es TODO.  Poco a poco y gracias al desarrollo sensorial y al desarrollo cognitivo aprenderá a diferenciarse de los otros y a percibir con mayor objetividad cuanto le rodea.

Crecer, desarrollar todo el potencial de las propias capacidades requiere abandonar el egoísmo, el centrarse en uno mismo, para abrazar el compartir, el dar y el recibirAprender a compartir es la base para una socialización respetuosa, responsable y eficiente.  Al compartir, aprendemos el valor de la relación con el otro, del trabajo en equipo, de la amistad.

Como hemos descrito anteriormente, los celos contienen miedos, enfados, iras y tristezas.  Por ello, tratar situaciones celosas es tan complejo.  Requiere tiempo, paciencia, comprensión.

Para muchos padres, vivir los celos en los hijos se convierte en una experiencia cargada de culpa y preocupación.  ¿Con mi deseo de un nuevo hijo estoy dañando al actual?  ¿Por qué si yo les quiero a todos por igual, sienten celos los unos de los otros?

Como padres hemos de entender que cada hijo ha de encontrar su lugar en el mundo y ese lugar se inicia en el núcleo familiar.  Si lo podemos ver así, entenderemos que no es un proceso sencillo y dispondremos de los recursos para ayudarles a conseguirlo.  Cada hijo tiene sus propias capacidades que no son ni mejores ni peores que las de los otros, son las suyas y por ellos las más importantes.  Reconocerlas, reafirmarlas, darles espacio es necesario para que poco a poco aumente la autoestima y con ella la fuerza interna para que el miedo, el enfado, la ira y la tristeza se debiliten y pierdan protagonismo.

En los niños aprender a compartir precisa de los adultos y principalmente de nuestro ejemplo.  En los padres, el amor, la generosidad, el desprenderse de las propias posesiones y compartirlas con los hijos, abre un camino hacia la resolución de los celos.

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