En esta entrada explicamos qué importancia tienen las emociones en el desarrollo infantil. Escuchar a los niños, prestar atención a lo qué dicen con palabras y a lo que dicen a través de sus acciones, es esencial para comprender su propósito.

Con Recuperar la mirada de los niños te queremos acercar a esa manera genuina de ver el mundo que tienen los más pequeños. Si somos capaces de mirar a través de esa mirada, seremos capaces de disfrutar atendiendo a sus necesidades.

Ser niños es mucho más que la primera etapa de la vida.  Es la posibilidad de ver el mundo desde la esencia, desde lo genuino, desde lo que tiene que ser.

Venimos al mundo con el propósito de ser felices y ese propósito nos acompaña a lo largo de la vida aunque hay un momento en que perdemos la fe en conseguirlo y se convierte en una utopía.  Para los niños, la felicidad es su razón de ser.  Todos sus actos, sus proyectos, se encaminan hacia ese propósito.

Para ello cuentan con un gran tesoro: su mundo emocional.  Las emociones son como piedras preciosas que se activan cuando surgen situaciones que impiden alcanzar ese propósito de felicidad y lo hacen propiciando estrategias mediante las que el niño aprende y avanza en su maduración.

Es importante que tengamos en cuenta esa mirada y les ayudemos en su propósito.  Y cuando digo ayudemos no estoy proponiendo facilitarles el camino, todo lo contrario, ayudar a un niño es estar presente para que se sienta seguro y permitamos que la función de cada emoción se lleve a cabo.  Si intervenimos eliminando situaciones que, por ejemplo, provocan el miedo de nuestros hijos, les estaremos robando la oportunidad de que aprendan a ser valientes y también a ser precavidos.  Hemos de ayudarles a reconocer el miedo, a darle significado y a animarles a buscar soluciones desde sus posibilidades. Y todo ello haciéndolo a su altura, mirándoles a los ojos.

 

La actividad principal de los niños es aprender y el medio para conseguirlo: el juego.  Mediante el juego los niños interactúan, experimentan, buscan soluciones a sus problemas.

Es importante que dispongamos de tiempo y espacio para jugar con ellos.  No los agobiemos con deberes, estímulos, actividades,… escuchémosles, no necesitan cantidad, necesitan calidad.  La calidad de unos padres que los escuchan amorosamente, que pueden respetar, comprender sus necesidades y aportarles la seguridad y el significado que precisan sus inquietudes.

Dejémosles que se muevan y que nos hablen, tienen importantes mensajes que darnos.  Disfrutemos de ellos y con ellos y sobretodo, permitámonos ser felices.

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