Llamamos analfabetismo a la deficiencia en el conocimiento de la lecto-escritura como forma evolucionada del lenguaje y por tanto de la comunicación humana. También el analfabetismo se asocia con el aprendizaje y con no haber accedido a la educación escolar. Pero desde un tiempo son muchos los que aplican el término analfabetismo a la emociones para reforzar la necesidad de un aprendizaje emocional. Aunque estaría bien que antes de hacerlo se explique desde dónde parte esa conceptualización.

Realmente ¿somos analfabetos emocionales?

Hace unas semanas que Mammaproof distinguía con su sello APPROVED a nuestros servicios basados en un modelo propio de intervención en Salud Emocional . Especialmente, lo hacía en relación a nuestro  CURSO online sobre Emociones Infantiles para Familys con Inquietudes que está siguiendo una de las mamá de su equipo. Anaïs Orihuela dedicaba unas palabras en su crónica, en la que entre otras cosas dice:

La educación emocional ha sido (y sigue siendo) la asignatura pendiente de muchas generaciones, a la mayoría de nosotros no nos han enseñado a identificar emociones, a reconocerlas, aceptarlas ni a transitar por ellas. Nos hemos apañado, mejor o peor, en nuestra vida adulta pero la realidad es que cuando llega la maternidad/paternidad lo remueve todo y nos hace enfrentarnos cara a cara con nuestras emociones y con las de nuestros pequeños.

Ello me hizo pensar en otra entrevista de hace un tiempo en que charlaba con la periodista Elena Couceiro. Entonces hablé sobre el analfabetismo emocional. Ciertamente, hay mucho que aprender todavía sobre el mundo de la emociones. Entre otras cosas porque se habla mucho de educación emocional y de cómo gestionar, entrenar, reconocer y expresar las emociones pero no se habla de lo realmente importante, de la función de las emociones especialmente en los primeros años de vida.

Desde la neurociencia, son muchos los avances en investigación que nos muestran la importancia del sistema emocional ya desde el inicio del desarrollo embrionario. Los estudios en sensibilización fetal y en Psicobiología día a día nos informan de la influencia del estado emocional de la gestante en el desarrollo embrionario. Y, especialmente de cómo el vínculo bebé-mamá se inicia en el periodo pre-natal y las emociones son la clave en ello.  Sabemos que a partir de la semana 26 de gestación, los bebés ya reaccionan a sonidos y caricias y que en la 32, pueden expresar sus propias emociones. Basándonos en ello, podemos afirmar que cuando un bebé nace, ya lo hace con un aprendizaje emocional que le va a permitir conocer su entorno y expresar sus estados de bienestar y malestar.

Entonces ¿por qué tanta insistencia en ese analfabetismo emocional y en la necesidad de educar las emociones?

A lo largo de la historia de la humanidad, las emociones se han relacionado con los aspectos más viles del ser humano. En una sociedad marcadamente “racionalista” el pensamiento y la cognición han prevalecido a los sentimientos que debían ocultarse o mayormente reprimirse. Desde esa posición difícilmente puede estudiarse o comprenderse el sistema emocional como un sistema que se integre en el desarrollo humano y que debamos cuidar y acompañar ya que forma parte de nuestra salud mental. En los últimos años, hay un intento de reivindicar el papel de las emociones, ya no se clasifican en positivas y negativas. También hay un intento de transformar ese “control” de las emociones de los que hacía gala la educación emocional. Ahora se habla de “conocer para gestionar” aunque, en definitiva esa nueva perspectiva sigue ocultando el verdadero propósito de predominio de la razón sobre la emoción.

No somos analfabetos emocionales porque debamos aprender a gestionar las emociones, lo somos porque nos empeñamos en negar la verdadera naturaleza de las emociones, su función y sobre todo su lenguaje. Porque de eso va el analfabetismo, de aprender el lenguaje de las emociones. Un lenguaje que permite identificar las razones del miedo, del enfado, de la ira, de la tristeza, de la sorpresa, de la alegría. En su razón está el desarrollo de capacidades adaptativas esenciales para el desarrollo cognitivo pero sobre todo para la vida. Podemos aprender a vivir sin saber leer y escribir pero no podremos vivir en plenitud si no aprendemos antes las claves que nos proporcionan las emociones.

¡Te lo explico próximamente en un nuevo post: El lenguaje de las Emociones!