¿Por qué el sueño infantil preocupa tanto durante la crianza? Que un niño duerma se asocia a bienestar pero también que un niño duerma favorece el descanso familiar de ahí las prácticas cada vez más extendidas del colecho para facilitar el sueño de los papis y los peques. Pero ¿es ello suficiente?, ¿cómo fomentamos un buen descanso?, ¿es el sueño infantil una cuestión de maduración o es un aprendizaje?

ETAPAS DE MADURACIÓN DEL SUEÑO INFANTIL

Durante la gestación, un bebé sólo tiene noción de los ritmos circadianos del día/noche a través de la actividad de mamá pero no por ello sincroniza sus movimientos con periodos de sueño y vigilia sino que permanece en un estado continuo y estable.
A partir del nacimiento, en el sueño infantil ocurren dos hechos significativos: 1) el cerebro infantil empieza a activar sus conexiones con los estímulos que llegan del entorno por lo que necesita dormir para procesar toda la información que recibe y 2) las necesidades fisiológicas del bebé crean tal malestar cuando no son atendidas, que favorecen los estados de vigilia ya que el bebé no podrá alimentarse si no tiene un papel activo. Todo ello, da lugar que en los 2-3 primeros meses de vida, un bebé duerma la mayor parte del tiempo despertándose cuando necesita comer o siente molestias.
Poco a poco, la maduración neuronal permitirá que el bebé sienta curiosidad por su entorno y permanezca más activo alargándose el tiempo en que esté despierto. También su aparato digestivo le permitirá absorber mayor cantidad de nutrientes y espaciar la toma en la lactancia. Es en ese momento, cuando hay que iniciar el aprendizaje para asociar el ciclo de día/noche a la actividad infantil. Así, el cerebro infantil empieza a reconocer la luz con el día y la actividad mientras que la oscuridad se asocia a la noche y el descanso.  De ahí, que a partir de los 6 meses, se empiecen a establecer patrones de descanso llegando a dormir  un promedio de 10 horas por la noche, más dos o tres siestas de una o dos horas, al cumplir el año.

La actividad y movilidad de cada niño van a marcar los patrones del sueño infantil y por ello es necesario introducir pautas y rutinas que permitan conciliar el sueño y mantener un descanso tranquilo. El cerebro infantil requiere un orden y repetición para el aprendizaje, razón por la cuál es imprescindible fortalecer las dinámicas para que queden fijadas y favorezcan el trabajo cerebral.

Como dice la neuropediatra María José Más “(…), en el establecimiento de unos buenos hábitos de sueño van a influir la personalidad del niño, su ánimo, si se encuentra mal o si padece un problema de salud crónico. Pero sobre todo va a influir el ambiente y la actitud de los padres.”
Así, el sueño infantil cumple una importante función reparadora y por ello es necesario adquirir una óptima higiene que permita dormir las horas necesarias (de 10 a 13 horas durante toda la Etapa escolar).
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PESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS

La maduración y el aprendizaje del sueño también tienen a ver con sus funciones. Durante el sueño, son muchas las funciones que realiza nuestro organismo, entre ellas se segrega la hormona del crecimiento y también aumenta la producción de anticuerpos que fortalecen el sistema inmunológico. Pero, una de las funciones principales es la que se realiza durante la Fase REM en la que tiene lugar el proceso onírico.
sueño-infantilNuestro cerebro debe aprender procesando toda la información que recoge a través de los sentidos. Aprendemos acumulando información pero debe ser ordenada y clasificada. Imaginaros que nuestro cerebro es una cadena de montaje a la que llegan infinitas piezas con diferentes tamaños, formas, colores, sonidos, olores, texturas,… cada una necesita un lugar significativo para que podamos encontrarla cuando la necesitemos. Ese es el trabajo de la Fase REM decodificar y clasificar cada estímulo. Os recomiendo para que los niños comprendan este fascinante proceso el capítulo 25 de Erase una vez El Cuerpo Humano, dedicado a La Vida Y El Sueño.
Cuando hay una saturación de trabajo, las piezas se apelotonan y obstruyen el proceso dando lugar a escenas desagradable ¡esos son los malos sueños! Y eso es lo que ocurre cuando tenemos malas experiencias que no podemos resolver, sentimos emociones intensas que no canalizamos adecuadamente o como suele pasar durante la infancia, desarrollamos una extrema actividad diurna que no le permite a nuestro cerebro procesarla con éxito. En todas esas situaciones, podríamos decir que el cerebro trabaja con dificultad pero debe trabajar para completar el proceso.

¿Cómo actuar ante una pesadilla o terror nocturno? Ante todo con tranquilidad, sabiendo que es una característica del proceso onírico y que lo adecuado es seguir durmiendo.  La explicación de porqué son tan habituales durante la infancia tiene a ver con la actividad diurna infantil. De ahí que aparezcan con mayor frecuencia a partir de los 15 meses, edad en que aumenta la movilidad. También pueden aumentar coincidiendo con el inicio de la escolaridad en el que los impactos emocionales son más intensos aunque en ocasiones pueden darse con anterioridad dependiendo de las características del bebé y de su entorno.

Con todo lo dicho anteriormente, es fácil deducir que una correcta higiene del sueño en la que iniciemos un periodo relajado previo para facilitar que el niño se duerma, le ayudará a rebajar la cantidad de estímulos y también será una oportunidad para reconducir el impacto emocional de los estímulos sensoriales. Así, un cuento tranquilo que permita expresar los conflictos que han tenido lugar durante el día o una conversación relajada sobre las cosas que nos han ocurrido, ayudarán a poner orden y evitar la saturación cerebral.

LOS MONSTRUOS A LA HORA DE IR A DORMIR

No obstante, sabiendo que el sueño es madurativo y requiere un aprendizaje, propiciando unos buenos hábitos para fomentar el descanso y minimizar las pesadillas ¿por qué cuesta tanto que los peques se vayan a la cama y se queden dormidos? Las respuestas son diversas porque intervienen diferentes factores entre ellos cómo los niños interpretan la organización familiar. Pero lo que suele suceder con mayor frecuencia y más a partir de los 2-3 años que ya cuentan con una gran capacidad de imaginación, aparecen los monstruos.

Los monstruos forman parte de la fantasía y tienen a ver con el desarrollo infantil. Nuestro cerebro está preparado para conocer todo lo que nos rodea y cuando aquello que rodea es la oscuridad, todo lo que rodea se vuelve desconocido.
Sabemos que lo desconocido es interpretado por el cerebro como potencialmente peligroso y por ello los monstruos representan aquello temido ante lo que nos sentimos indefensos y que produce tanto miedo.
Cuando un peque tiene miedo por la noche o nos dice que hay un monstruo, no hay que decirle que no es verdad y que puede estar tranquilo porque los monstruos no existen. Los monstruos sí existen en su imaginación y si no estamos a su lado para escucharle y acompañarle se sentirá incomprendido y aún más desprotegido. Hay que escuchar a los niños, decirles que como ya somos mayores no podemos ver a los monstruos pero nos pueden explicar como son. Hemos de empatizar con ese miedo para que nos lo puedan explicar y así acompañarles y ofrecerles recursos para hacerle frente.
A los monstruos se les vence descubriendo dónde tienen su punto débil y así no sólo les ayudaremos a librarse de ellos sino que también les ofreceremos un modelo de aprendizaje en el que podremos enseñarles que pase lo que les pase siempre van a encontrar la manera de salir victoriosos.

CÓMO AFRONTAR LOS PROBLEMAS

Cuando hay dificultades con el sueño infantil solemos agobiarnos en exceso ya que repercute en el propio descanso y ello nos debilita para afrontarlo con energía y calma. Hay que pedir ayuda y contar con recursos que nos permitan un estado anímico en el que encontrar soluciones.
Seguir las pautas higiénicas que se enunciaban al inicio ha de ayudar a instaurar rutinas que favorecen el descanso. También es importante que transmitamos a los peques el  valor que tiene dormir ya que es tan importante o más que la actividad y para ello hemos de empezar por valorar el dormir los adultos. Vivimos más pendientes del día que de la noche cuando respetar el descanso es la oportunidad de recargar pilar y llenarnos de energía y eso los niños lo saben bien. También a los niños se les da bien comprender que el día es para jugar y la noche para descansar pero para ello hemos de recordárselo con el ejemplo: hablar flojito cuando se hace de noche, reducir la intensidad de los estímulos, dar las buenas noches y desear felices sueños son esenciales para un buen descanso.
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Y todo ello lo debemos hacer desde que son bebés y cuando empiezan a ser más mayores estar pendientes de todo aquello que les puede afectar en conciliar el sueño tanto en el momento de ir a la cama como si se despiertan por la noche.

Adquirir unos hábitos saludables es esencial pero en ocasiones por mucho que nos empeñamos los mayores, algunos peques no nos lo ponen fácil y ese es el momento de pedir ayuda. Los profesionales que nos dedicamos al desarrollo infantil estamos para ayudaros y en KASH-LUMN Family Care os regalamos el cuento del Dragón Espantamiedos para que os ayude con los monstruos ¡sólo tenéis que pedirlo!